martes, 17 de mayo de 2016



PENSAR EN TI ANTES QUE EN MÍ

Los grandes estados temen ante la organización civil, ante la capacidad de influencia que estos puedan tener. Sienten temor por perder el control y que se hagan más fuertes las estructuras humanas, que solo tratan de apaciguar el invertebrado de una sociedad fracturada. ¿Pero cuánto lograrán resistir?… 

La confluencia de voces críticas son acalladas con acciones de doble moral. Las personas se reúnen y se ponen los lentes especiales con los que observan las circunstancias que ponen al límite al ser racional, saben que la mirada es crítica y resolutiva a la vez, que debe ser de acciones y no de omisiones, una mirada que emprenda a dignificar y salvar la estabilidad de naciones enteras. Pero grandes monstros de asfalto someten las intenciones sobajándolas y dañando las entrañas de las pocas buenas intenciones.

Unos se mueven por el bien y a favor del otro, pactan con sangre el compromiso que tienen con la situación, y colaboran humanamente en pro de pequeños cambios, reflejados en el andar de la vida cotidiana, en la convivencia entre vecinos, en la atención a niños y jóvenes vulnerados, en el buen día a la señora que va pasando, en el te ayudo en una situación difícil, en la tolerancia de esperar tu turno, en decir gracias. Acciones minúsculas que engrandezcan el engranaje de la razón de quienes son conscientes de la existencia de los demás.

Y entonces me pregunto por aquel niño que en su desarrollo cognitivo no aprende a reconocer el significado de solidaridad. Probablemente crecerá desconociendo y evadiendo adversidades a su paso, caminará en la oscuridad pensando en banalidades, descubriendo adicciones, atesorando la estructura hueca de cemento y ladrillo, viendo por su bienestar y encerrándose en muros que no lo dejen pensar. ¿Quién será el que guíe el molde para agregar sensibilidad y conciencia?

La cultura es el pilar de aprendizajes y costumbres que basados en hábitos nos preparan para trabajar por aquel que desconocemos, sin retribuciones, tan solo por la armonía anhelada, la libertad y el gozo de sentirse parte del todo. Seres que en su interior quieren y pretenden una buena convivencia, como dice Martin Luther King un “aprender a vivir como hermanos” para no perecer juntos como tontos.

No reaccionemos llorando y sufriendo de lejos. Sirvamos como soporte para apaciguar el dolor de la inconciencia. Construyamos  ideales que cubran como manto la inmensidad de las almas en espera de reconocimiento, de  saber quiénes somos y qué ofrecemos, de pensar en ti antes que en mí.

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